lunes, 25 de abril de 2016

Compartiendo mi experiencia con un niño con trastorno específico del lenguaje

Hace casi un año estuve en una Escuela Infantil haciendo las prácticas de educadora. Fue una experiencia mágica, preciosa e inolvidable. Tuve la suerte de poder conocer y trabajar con diferentes niños, pero sobre todo conocí a un niño muy especial, un niño que tenía un Trastorno Específico del Lenguaje -TEL-.

El niño no tenía ningún problema a la hora de realizar las tareas, podía realizarlas como cualquier otro, pero había que captar continuamente su atención, ya que era un niño muy inquieto.

Las educadoras se coordinaban con un centro exterior, Centro Creecer para ponerse de acuerdo en cómo trabajar con el niño, y además una educadora especializada trabajaba con él en el aula de estimulación temprana, para que su desarrollo avanzase positivamente y para abordar las sesiones con calma, necesario para que el niño pudiese concentrarse, ya que era uno de los objetivos principales.

La forma en la que se llevaban a cabo estas sesiones fuera del aula estaban estudiadas, para no perjudicar al niño en el proceso de socialización e inclusión de la escuela y trabajar el desarrollo social, importante para el buen desarrollo del niño.

Como he dicho anteriormente era un niño muy inquieto y un niño que se enfadaba cuando no conseguía lo que quería, pero a pesar de ello era un niño muy cariñoso y un niño que le cambiaba la cara cuando le dábamos muestras de amor y cariño. Poco a poco el niño iba avanzando y mejorando, al principio le costaba entrar en la escuela, y con el paso del tiempo sus compañeros le recibían cuando le veían y mostraba una gran alegría.

No hay nada más gratificante que ver la cara de felicidad de esos niños, pero a la vez es muy duro oír a un padre decir que tiene miedo de que excluyan a su hijo en el cole y le dejen apartado como un mueble.


El ayudar a estos niños te hace sentir bien y grande como persona, y todas estas cosas son las que te hacen darte cuenta de lo importante que es la escuela inclusiva, la formación continua de los maestros y educadores para saber afrontar estas situaciones, y en cuanto a nivel personal, te hace valorar los verdaderos problemas de la vida. Cuando trabajas con niños con necesidades, te das cuenta de lo imprescindible que eres en sus vidas, tanto en su desarrollo como en su estado emocional, porque ellos también tienen sentimientos y los niños son muy agradecidos.

Silvia Martín Pavón, 1º de educación infantil
Facultad de Educación de Toledo.

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