viernes, 9 de marzo de 2018

¿El FIN DE LOS EXÁMENES?

Cuando preguntamos a la gente por sus primeros recuerdos en la etapa escolar, suelen decir que recuerdan con mucho cariño a sus compañeros de clase, lo segundo que recuerdan son los exámenes, lo cuales hacen que se les quite la sonrisa de la cara al recordar el estrés y el sufrimiento que estos les producía. Cuando hablan sobre el tema, narran las muchas tardes que se han tenido que quedar en casa por el simple hecho de que tenían que estudiar un examen muy denso y que, en algunas ocasiones habían llegado a llorar por la presión que soportaban, la cual es un poco excesiva teniendo en cuenta que se está hablando de niños o adolescentes en edad de desarrollo. Pero, ¿por qué?, ¿no se tendría que tener un recuerdo bonito de la infancia? ¿acaso ese estrés significa que no han disfrutado en plenitud de su infancia? 

Ahora bien, la Real Academia Española define el término examen como la prueba que se hace de la idoneidad de una persona para el ejercicio y profesión de una facultad, oficio o ministerio, o para comprobar o demostrar el aprovechamiento de los estudios. Centrémonos en la última parte de la definición, ¿es el único método de demostrar dicho aprovechamiento? Definitivamente no. Esto se puede medir gracias a otras herramientas como trabajos o proyectos, debates,  portfolios o un diario de clase, entre otros. Personalmente, el método que más me llama la atención es el portfolios, ya que gracias a él los alumnos podrán tener una actitud crítica y reflexiva de los aspectos teóricos, que aparentemente son verdades casi absolutas y por lo tanto irrebatibles.

Uno de los métodos más empleados para prepararse para los exámenes, son el aprendizaje memorístico de una gran cantidad de conceptos, muy elevada a mi entender. Esto nos asegurará aprobar la prueba y "demostrar el aprovechamiento" de manera satisfactoria para profesores y demás cargos, pero no son resultantes para el alumnado. Con los exámenes lo único que se consigue es que los alumnos sientan una impotencia muy grande al saber que en realidad eso no les va a resultar efectivo, de ahí que una de las preguntas más frecuentes para los estudiantes es ¿para qué sirven los estudios? Cuando ya han hecho el proceso de memorización previo a la prueba, los estudiantes "vomitan", coloquialmente hablando, el contenido. Este contenido se les olvidará con toda seguridad en un periodo de tiempo corto. Por ello, surge el sentimiento de frustración. Como consecuencia de esto, hoy más que nunca el tema de los exámenes se encuentra en un intenso debate.


Cuando un alumno suspende un examen o una asignatura lo primero que dan por hecho las personas que le rodean, ya sean padres, madres o profesores es que este individuo no se ha esforzado lo suficiente o no ha estudiado el temario, diciéndole cosas negativas, regañándole o castigándole. Esto fomenta que  el alumno se sienta peor de lo que está ya que siente que ha defraudado a las personas de su entorno más cercano y su autoestima sea significativamente menor. Pero nadie tiene en cuenta que existen otros muchos factores que pueden haber ocurrido, como que el alumno ha tenido un mal día, no se sentía seguro, le ha pasado algo personal que no quiere compartir con nadie, ha sufrido un bloqueo cognitivo...  Mientras que cuando una persona supera una prueba se actúa de manera pasiva, sin prestar atención al progreso que se ha llevado a cabo. Por todos estos factores, me vienen a la mente cuestiones importantes para reflexionar a cerca del estado de la educación y de la relación con los alumnos: ¿Qué es lo que esta fallando para que siempre sea culpa del alumno el suspenso?, ¿por qué siempre se tiene en cuenta lo negativo, dejando los aspectos positivos y los avances en un segundo plano?, ¿por qué siempre se suelen emplear refuerzos negativos?

Una de las metas de la educación es que los alumnos tengan un conocimiento global de los aspectos que les rodean, pero no todo es válido, ya que se debe apostar por la felicidad y que el sujeto se encuentre en un estado mental y físico óptimo para que dicha tarea se desarrolle favorablemente y se tenga el resultado que se espera. También, es importante que el objetivo se cumpla y se sigan viendo los resultados del individuo en un período de tiempo prologado para que de esta manera se vea si el aprendizaje ha sido significativo, aumentando verdaderamente sus conocimientos, o simplemente han servido para conseguir una nota alta en el examen. 


De esta manera,  hago un claro llamamiento a que el sistema escolar sea revisado ya que no se mira por el interés de los niños, haciéndoles en mucho momento sufrir por una etapa en la cual debe brillar la felicidad de los protagonistas.

Irene de la Cruz Esteban, 
2ºA magisterio de primaria. 





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1 comentario:

  1. Opino como tu.Soy maestra desde hace 34 años y me he planteado lo mismo en multitud de ocasiones.La cantidad de alumnos por clase hace realmente complicado el seguimiento individualizado e intensivo del alumno .También te diré que cuando evalúas sin examen una parte de la comunidad educativa incluidos profes se te echa encima.Espero que vosotros que sois el futuro consigáis lo que algunos hemos iniciado ocasionalmente.

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